lunes, 17 de enero de 2011

Persecución por Ciutat Vella

Es imposible darse a la fuga con esa furgoneta por las calles de Ciutat Vella.




















Yo voy de copiloto.
Estoy demasiado tranquilo para una persecución. Parece que me da igual escapar o salir de allí.
El piloto, en cambio, está muy  nervioso, dando volantazos una y otra vez, golpeando con violencia las paredes centenarias de la ciudad.
No reconozco al piloto.

Definitivamente huimos de alguien o de algo.
No sé de quién.

Nos metemos por un pasaje del gótico y la furgoneta se queda atascada en una arcada.

Por delante de la furgoneta un coche de policía.
Por detrás de la furgoneta un coche de policía.
Totalmente acorralados.
Luces y sonido de sirena sin fin.
El piloto de la furgoneta muy asustado.

Ahora ya sé de quién huimos.

Abro la puerta de la furgoneta y salgo.
De un coche de policía sale una chica con la que trabajé en el telepizza hace casi  diez años.


Ella era encargada.
Yo era repartidor.
La encargada ha ascendido hasta ingresar en el cuerpo de policía.
Sigue siendo rubia teñida, con ese peinado relamido acabado en trenza.
Sigue siendo igual de cani que entonces...
Y me sigue atrayendo igual que cuando yo conducía el vespino rojo.



Me empuja con violencia contra el maletero y me pone las esposas.
Pero yo, lejos de asustarme, empiezo a flirtear con ella.
Hablamos de los viejos tiempos, de lo guapa que sigue y de que ahora sí que me atrevo a invitarle a tomar la última copa en mi casa.

Y debo ser muy bueno con lo del arte de la seducción porque ella se ruboriza y la convenzo para que me quite las esposas.

Después seguimos hablando tranquilamente.
Ella está muy simpática y ya no parece policía.
La persecución ha terminado.

FIN

No recuerdo cuándo me sentí tan seguro de mi mismo en un sueño. 
Es genial cuando tienes la sensación que puedes dominar el sueño. 
No son las pesadillas las que te dominan a ti.
Puede que esta terapia esté funcionando...

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