sábado, 28 de enero de 2012

Puede hacer conmigo lo que quiera.

Una chica me está siguiendo.
Morena de pelo.
Morena de piel.
Nariz muy grande.
Puntiaguda.
Antes fue un pájaro.
Un gorrión.
Mejor un cuervo.

Pensaba que eran encuentros casuales.
Pero me está siguiendo descaradamente.

En la esquina del supermercado.
En yogures con detergentes.

Subiendo la escalera del metro Fontana.
Escuchando la guitarra china del músico chino.

En la gasolinera.
Inflando las ruedas de su bici.

En el pasillo de mi casa.
Antes de llegar al baño.
Justo acaba de tirar de la cadena...

¡No deja de seguirme!


Empiezo a correr.
En su dirección contraria.
Si paro. Me atrapa.

Cruzo Passeig de Gracia.
Sin mirar.
Oigo bocinas.
Oigo frenazos.

Entro en un taxi.
Refugio antiaéreo.

Pero ella está allí dentro.
Esperándome.
Me sonríe.
Abre la boca y sale una lengua infinita.
Es un látigo certero.
Una cinta áspera.
De diferentes lenguas cosidas entre sí.

Su lengua me envuelve.
Atado.
Todo el cuerpo.
Inmóvil.
Ahora puede hacer conmigo lo que quiera...

miércoles, 4 de enero de 2012

Mi gata albina.

La gata es albina.
Pelo blanco.
Ojos rojos o transparentes.
Dependiendo del reflejo.
Del ángulo en el que mire.
Y mira asustada.
Desorientada.

Creo que ayer no era albina.
Sólo hoy.
Ha despertado así.
De esas enfermedades que ocurren por la noche.
Cuando duermes.

Descubro que está ciega.
Descubro que es Sushi.
Mi gata.


Pero no me reconoce.
En ese momento es cuando pienso que quizás soy yo el que no soy el mismo...

Le acaricio como siempre.
Le llamo por su nombre.
Silbo como se silba a los gatos.

Pero no me reconoce.
En ese momento es cuando descubro que soy yo el que no soy el mismo...

Me pongo muy triste.
Le digo que duerma.
Profundamente.
Quizás mañana me reconozca.
Cuando los dos volvamos a ser como antes.