miércoles, 26 de octubre de 2011

¿Culpable de qué?

Me están juzgando.
No conozco el delito.

Estoy en el banquillo de los acusados.
Bien vestido.
Demasiado.
Traje y corbata denotan culpabilidad alla arriba.

Aparece el juez.
Es mi compañero de piso, Xabier Osteikoetxea.
Atabiado con peluca blanca.
Rollo juicio inglés.
Me mira con desprecio.
Su simpatía habitual ha desaparecido por completo.
De antemano sabe que soy culpable.
Pero... ¿culpable de qué?

El juez empieza un sermón sobre el bien y el mal.
Sobre el aprender a vivir sin hacer daño a los demás.

Se abren las puertas del juzgado de repente.
Entran un grupo de mujeres.
En fila.
Unas cincuenta mujeres.
Todas tienen el pelo largo y negro.
Recogido.
En moño.
También en cola de caballo.
Visten como empresarias.
Zona alta de Inditex.
Muy atractivas.


Pero terriblemente enfadadas.
Furiosas conmigo.

Se acercan hacia mi ante la mirada del juez.
Decididas.

Al cruzarse conmigo:
1. Me dan una bofetada con fuerza.
2. Me insultan.
3. Vuelven por donde habían llegado.

Una a una.
Hasta llegar a cincuenta bofetadas.

Vuelvo a estar solo.
Ante el juez.
Cabeza gacha.
No digo nada porque sé que soy culpable.
Pero ¿culpable de qué?

miércoles, 19 de octubre de 2011

Debo encontrar a la mejor nadadora del mundo.

Soy un buen investigador privado.
Encuentro a gente desaparecida.

No visto gabardina sucia.
Ni sombrero.
Tampoco bebo güisqui directamente de la botella.

Pero sé que soy un buen investigador privado.

Sobre mi mesa de trabajo alguien ha puesto unas fotos.
Una chica rubia.
Con el pelo corto.
En todas las fotos aparece nadando.
Con gran estilo.
Segura de sí misma.
En mitad del mar.

Ha desaparecido la mejor nadadora del mundo.
Debo encontrar a la mejor nadadora del mundo.

Yo no sé nadar.

A continuación vivo una secuencia de montaje en 4 pasos:
1. Me compro un gorro de piscina azul.
2. Descubro un bañador de flores en mi armario.
3. Me apunto a un gimnasio.
4. Un profesor me enseña a nadar.

Al final del sueño estoy en lo alto de un precipicio.
El mar me rodea por todas partes.
Hace frío.
Bañador de flores.
Gorro azul. 



Salto.
Me asombro de mi estilo al tirarme de cabeza.
En busca de la mejor nadadora del mundo.
Desaparecida.
Sé que la encontraré.

domingo, 9 de octubre de 2011

Boleto múltiple anunciando en Twitter.

Sueño que tengo tantas cuentas de twitter en mi teléfono que ya no sé quién soy.
Vivo subyugado a los comentarios que retwitteo.
Dependiendo del papel que estoy jugando en ese momento.

Y no sé cuál es la cuenta principal.
La importante.
Creo que todas son las importantes.
Todas tienen algo que decir.
Todas son parte de mi.
Parezco seguro de mi mismo cuando lo argumento:
"Soy un ente multidimensional. Con varías vidas, diferentes puntos de vista."

Pero alguien en una especie de habitación fría con muchos libros me lo dice bien claro:
"Tienes un trastorno de personalidad múltiple. Aunque también puede ser que seas un cobarde."

Puede que tengan razón.
Lo acepto...

No sólo tengo una sensación de no saber quién soy.
Sino que también de no saber cómo vestir.
Qué música escuchar.
Con qué mano escribir.
Cómo cruzar los brazos.
Qué camino tomar para llegar a casa.
Con quién dormir esta noche.


Y debo escoger una cuenta de twitter para anunciar mi decisión. 
Me angustia saber que decida lo que decida siempre voy a traicionar a los demás.
Hacer daño a alguien.


Después alzo la cabeza.
Cambio de escenario.
Me da el sol en la cara.
Respiro profundamente.
Descubro que estoy avanzando por Ronda de Sant Antoni.
Hacia la administración de lotería.
Tengo un boleto de la Primitiva en mi mano.

Se lo entrego a la señora.
Lo comprueba en la máquina.
La mujer me mira con una sonrisa.
Se alegra por mi:
¡El boleto ha sido premiado!

"¿Cuánto dinero?" Le pregunto incrédulo.
"Eso depende", me responde.

Resulta que dependiendo quién decida ser y por qué cuenta de twitter anunciarlo habrá un premio u otro...

Si quiero comprarme un ático en el centro.
Una casa con piscina en las afueras.
Adquirir una moto, hacer un petate y buscar un camino.
Tal vez un enorme yate y surcar el Adriático.
Irme a Thailandia para hacer turismo sexual.
Quizás quiera montar una familia y viajar en monovolumen.

Puedo cobrar lo que quiera.
Pero tengo que decidir qué es lo que quiero.

Y pienso que ese boleto premiado es una maldición.
Y pienso que me cago en mi puta vida.
Pero que no sé en cuál de ellas...