viernes, 31 de diciembre de 2010

Guerra fluvial

Estamos en guerra.
Se trata de una guerra entre familias sudamericanas.
La gente tiene esta pinta:














No sé porqué nos peleamos exactamente. Se trata de una batalla por el orgullo y el honor por algo que desconozco. Las batallas sólo se celebran en lanchas modernas por el río; subimos y bajamos disparando por el cauce del río.











A lo loco.
De verdad que se trata de algo muy importante. Ganar o perder lo es todo.
No es ninguna broma.
Yo estoy asustado. O mejor dicho: asustada.

Es la primera vez en mi vida que sueño que soy una mujer.
Visto con un traje tradicional oriundo del lugar. Todo basado en tópicos esteriotipados, evidentemente.
Soy bastante cobarde y estoy escondida en un rincón de la lancha.
Paso desapercibida totalmente.

Tengo algo en las manos que protejo febrilmente. No sé de qué se trata.

Y la guerra acaba de repente.
Llegamos a un amarre de un muelle primitivo y atracamos el barco.
Tranquilamente.
Nadie se acuerda que estamos en guerra sangrienta.

Alguien me pregunta si he traído los huevos.
Yo digo que sí.
Descubro lo que estaba protegiendo entre mis manos. Se trata de una docena de huevos en el típico estuche de cartón de una docena de huevos.








Abro la caja de los huevos.
Todos están rotos.
Menos tres que parecen intactos.
Pero no es suficiente. Todo el mundo se enfada conmigo.

Siento que los he decepcionado...

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