miércoles, 2 de noviembre de 2011

La playa es infinita.

Ese viento me resulta familiar.
La arena silva por todas partes.
Atlántico.
Estoy en una playa portuguesa.

Bañador.
Tirado sobre la orilla.
Algo me arde en la espalda.
Siento mucho dolor.

Un grupo de portugueses insisten en que no me mueva.
Preocupados.
A mi alrededor.
Yo sigo gritando.
Pero quiero ponerme en pie.
Tengo que ir a algún lugar.
Tengo prisa.
Sé que algo se me escapa.

Por fin descubro que una Carabela portuguesa me ha envenenado.
Tengo la espalda en llamas.


Consigo zafarme de los portugueses.
Voy corriendo por la costa.
Persiguiendo lo que se me escapa.
Aunque no sé de qué se trata.

De repente caigo al suelo.
El veneno es más fuerte que yo.

Oigo como los portugueses vuelven a acercarse.
Preocupados.
A mi alrededor.
Vuelvo a gritar.

Repetimos todo este ejercicio.
Durante toda la noche.
La playa es infinita.

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