sábado, 12 de noviembre de 2011

Tentáculos

Estoy practicando sexo oral con ella.
Me estoy comiendo su coño.
Un coño muy complicado.

Sus labios desembocan en tentáculos.
De pulpo.
O de calamar.
No sé.

Los tentáculos se meten en mi nariz.
Están vivos.
No me dejan trabajar.



No es una excusa.
¡Son esos malditos tentáculos!

Accidente infinito.

Tengo un accidente en coche.
Los cristales me rebanan la cara.
A lonchas.
Al bies.
Rojo toda la cara.

Vivo varias veces el mismo accidente.
Desde diferentes tiros de cámara.
Toda la noche.

Descubro que la escena se repite porque ellos lo han descubierto.
Porque lo están contando.
El coche dejará de dar vueltas de campana cuando llegue el silencio.
Cuando todo sea un secreto.

Después estoy en el hospital.
Me han reconstruido la cara.
Varias operaciones.
Con los mejores cirujanos.
No se notan cicatrices en mi cara.
Ellos dicen que sí se nota.
Mentira.
No se notan.
De hecho creo que no he tenido ningún accidente...

Tan pequeñas como la última vez.

Hacía tiempo que no la veía.
Una vieja amiga.
Sólo eso.
Amigos.

Nos damos un abrazo.
Le pregunto si le apetece un café.
Se lo preparo.
Yo en la cocina.
Ella en el comedor.
Hablamos mientras espero que suba el cafe.
Observando la cafetera roja.

Hablamos de todo un poco.
De nuestras vidas.
No parece que nada haya cambiado desde la última vez.

Pero me dice que se ha operado las tetas.

Nos reímos.
Supongo que se trata de una broma.
Dice que no es ninguna broma.
"Me he operado las tetas. De verdad."

El café en dos tazas.

Cuando llego al comedor ella está desnuda.
Me enseña las tetas.
Orgullosa.

Me pongo nervioso.
El café ha desaparecido
Con la mirada me dice que me acerque.
Que compruebe el cambio.

Es todo una excusa.
Una mentira.
Una trampa.
Sus tetas siguen tan pequeñas como la última vez.
Pero ahora ya le estoy chupando los pezones...

miércoles, 2 de noviembre de 2011

La playa es infinita.

Ese viento me resulta familiar.
La arena silva por todas partes.
Atlántico.
Estoy en una playa portuguesa.

Bañador.
Tirado sobre la orilla.
Algo me arde en la espalda.
Siento mucho dolor.

Un grupo de portugueses insisten en que no me mueva.
Preocupados.
A mi alrededor.
Yo sigo gritando.
Pero quiero ponerme en pie.
Tengo que ir a algún lugar.
Tengo prisa.
Sé que algo se me escapa.

Por fin descubro que una Carabela portuguesa me ha envenenado.
Tengo la espalda en llamas.


Consigo zafarme de los portugueses.
Voy corriendo por la costa.
Persiguiendo lo que se me escapa.
Aunque no sé de qué se trata.

De repente caigo al suelo.
El veneno es más fuerte que yo.

Oigo como los portugueses vuelven a acercarse.
Preocupados.
A mi alrededor.
Vuelvo a gritar.

Repetimos todo este ejercicio.
Durante toda la noche.
La playa es infinita.

No va a haber mañana.

Estamos follando.
En el asiento delantero de un coche.
De tres puertas.
A plena luz del día.
Apasionados.
Locos.
No va a haber mañana...

Acabamos.
Todo bien.
Sonrisas y caricias.

Entonces nos damos cuenta de que el coche está aparcado en mitad de una gran avenida.
¿Alguien nos habrá visto?
Pues casi seguro que sí...

Me llega un mail.
Lo miro en el teléfono.
Son unas fotos.
Salimos follando.
En el coche de tres puertas.
Total nitidez.
Las han hecho desde algún lugar elevado.

Salgo del coche.
Miro hacia arriba.
En lo alto del edificio un tipo con una cámara de fotos.

De repente ya estoy en la azotea.
Cara a cara con él.
El fotógrafo que quiere arruinarme la vida.
Al verme salta del edificio.
Me asusto.
Es una muerte segura.

El fotografo llega al suelo.
Cae de pie.
Se va tranquilamente caminando por la avenida.
Obviando los más de 10 pisos de altura.

Suspiro.

La chica sale del coche y me saluda.
Con una sonrisa.
Con la mano derecha se protege del sol.

Saco mi teléfono y le hago una fotografía.
Es el mismo encuadre que la foto que me ha llegado al mail.
Ella sale sonriendo con fuerza.
Parece que la sonrisa le vaya a dar la vuelta por detrás.
Le da igual todo lo que ha sucedido.
Definitivamente no va a haber mañana...